miércoles, 10 de octubre de 2018

EL ESPÍRITU SANTO DA TESTIMONIO A NUESTRO ESPÍRITU(Frco. Clares Barranco)

EL ESPÍRITU MISMO DA TESTIMONIO A NUESTRO ESPÍRITU
(Romanos 8:16) “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.”
Testimonio.- La acción de afirmar o declarar una cosa asegurando su veracidad por haber sido testigo de ello.
Testificar.- Es lo mismo que testimoniar, pero y en su caso, probando mediante testigos o documentos auténticos.
Manifestar.- Decir algo con cierta solemnidad o formalidad para que se sepa o se haga público. Mostrar o dejar ver una cosa, especialmente algo inmaterial.
Motivación:
En una reunión de asamblea o iglesia, el hermano, que presentaba el culto de oración, nos compartió varios versículos, comenzando por Romanos 8:16, el cual, motiva esta reflexión.
Nos habló pero sin profundizar, de que hay hermanos, que a veces se ven pequeños ante el grande testimonio de otros hermanos. En verdad, no entendí muy bien, que pretendía decir, con la expresión de un gran testimonio:
¿Significa quizás, que hay hermanos, que tienen un testimonio del Señor, distinto y mayor que el de otros hermanos?
¿A qué tipo de testimonio se estaba refiriendo?
¿Al testimonio personal o al testimonio del Señor?
Tristemente, tengo que decir, que he oído y en muchísimas ocasiones, los testimonios personales, y en pocas, los testimonios del Señor, los testimonios del evangelio de la gracia de Dios (Hechos 20:24).
Los testimonios personales, básicamente consisten, en el relato de cual fue la vida anterior; y donde curiosamente, cuanto más borrascosa haya sido esa vida, mayor valor le dan al testimonio. El hecho de haber sido un drogadicto, un alcohólico, un ludópata, un adultero y hasta un asesino, parece ser, que los hace acreedores, a que su testimonio sea considerado, como un gran testimonio.
¡Esto, es lo que quiere el maligno; él quiere, que nos movamos en la filosofía del humanismo!
Si una hermana, nos da el testimonio personal, donde nos revela, que en su vida anterior fue una mujer adúltera, pueden ocurrir dos cosas:
Que nos alegremos y demos muchas gracias a Dios por haberla salvado.
Que el maligno lo utilice en alguna ocasión, provocando, que no veamos lo que es, sino, lo que fue.
¡De esta manera consigue estorbar nuestra comunión!
Si esta hermana, en vez de dar su testimonio personal, contando sus intimidades (humanismo), se hubiera ceñido, a dar su testimonio del Señor, afirmando o declarando, cómo recibió el evangelio de la gracia de Dios, cómo fue su arrepentimiento, cómo creyó en la obra redentora de Cristo, cómo recibió el bautismo en Espíritu Santo, cómo percibió el gozo de la salvación, etc., etc.; nosotros, tan solo nos alegraríamos y daríamos muchísimas gracias a Dios, en la plena comunión de un cuerpo, un Espíritu, un Señor, una fe, un bautismo y un Dios y Padre de todos (Efesios 4:4-6).
¡Pero las cosas no funcionan así, les gusta, el espectáculo
de los testimonios personales!
Lo que la palabra de Dios, nos enseña, es, que la única diferencia y a nivel personal, que pueda haber entre un hermano y otro, no es la del testimonio del Señor, puesto que éste es único e igual para todos, sino, que el hermano que pecó mucho en su vida anterior, seguramente, en su nueva vida en Cristo, mostrará de continuo muchísimo agradecimiento y amor a Dios (Lucas 7:47).
¡Esta actitud, no significa, que este hermano sea más espiritual que otros hermanos!
Nos habló también, diciéndonos, que El Espíritu da testimonio a nuestro espíritu, que somos hijos de Dios, cuando y en nuestras vidas, se manifiesta su fruto (amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza).
Le llamé por teléfono, y me confirmó, que es esto lo que quería decir, y que además, estaba absolutamente convencido, de que esta es la interpretación que hay que hacer del versículo.
Le manifesté mi desacuerdo en esta interpretación, pero como le vi tan convencido, lo dejamos, acordando, que sería la palabra de Dios, quien daría o quitaría razones.
El Espíritu, afirma o declara a nuestro espíritu, que somos hijos de Dios, asegurándonos su veracidad, por ser testigo directo de ello. Dios es Espíritu, y nosotros somo nacidos de Dios, nacidos del Espíritu. Nosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de nuestra salvación, y habiendo creído en él, hemos sido sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria (Efesios 1:13-14); pues todos somos hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús (Gálatas 3:26).
En este versículo, no se está diciendo, que el Espíritu, nos esté dando su testimonio, diciéndonos, qué es Él, su fruto, etc. Por el contrario, lo que si está diciendo, es, que el mismo Espíritu está dando testimonio (afirmando o declarando) a nuestro espíritu, de lo que somos nosotros. Y nosotros, somos hijos de Dios por haber creído en él (en Cristo), por la fe en Cristo Jesús y sellados con el Espíritu Santo.
Haciendo un breve recorrido por el Nuevo Testamento concluiríamos en lo siguiente:
1. Juan el Bautista y los apóstoles dieron testimonio de lo que vieron y oyeron (Juan1:32 y 34; 3:11 y 32; 21:24; Hechos 4:33; 5:32; 10:39-43).
2. Las obras que hizo Cristo en nombre del Padre, dieron testimonio de él (Juan 5:36; 10:25).
3. Las Escrituras y por los profetas dan testimonio de nuestro Señor Jesús Cristo (Juan 5:39).
4. El Consolador, el Espíritu de verdad, dará testimonio de nuestro Señor Jesús Cristo (Juan 15:26-27).
5. Dios, que conoce los corazones, da testimonio, dándoles el Espíritu Santo a todos aquellos, que creen en Cristo Jesús (Hechos 15:8).
6. El Espíritu Santo dio testimonio a Pablo, diciéndole, que le esperaban prisiones y tribulaciones (Hechos 20:23-24).
¡Igualmente, puede hacerlo con nosotros!
7. Dios se ha manifestado a nosotros, viniendo juntamente con Cristo y haciendo morada en nosotros (Juan 14:21-23).
8. A cada uno de nosotros nos es dada la manifestación del Espíritu para provecho (1ª Corintios 12:7).
9. El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios (Romanos 8:16).
¡Nadie encontrará en la Palabra de Dios, versículos,
que difieran de los expuestos!
¡Intentar darle otro significado a la palabra “testimonio”,
es buscar lo que no está escrito!
No sé si habrá otro, pero el único, que pudiéramos considerar como un testimonio personal, que leo en el Nuevo Testamento es el de Pablo en Gálatas 1:13-24.
¡Ejemplo de como debiera ser un testimonio personal!
Lo siento por mi hermano, pero a tenor de las Escrituras, este versículo (Romanos 8:16), está diciendo, que el Espíritu y por el hecho de morar en nosotros, es su presencia en nosotros, la que está dando testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios; porque, si no fuéramos hijos de Dios, es imposible, que el Espíritu diera testimonio a nuestro espíritu, toda vez no lo habríamos recibido.
Y como dije anteriormente en Efesios 1:13-14 y Gálatas 3:26, somos hijos de Dios por haber creído en él (en Cristo), por la fe en Cristo Jesús y sellados con el Espíritu Santo.
Del mismo modo, que las obras que hizo Cristo en el nombre del Padre, dieron testimonio de él; igualmente, el fruto del Espíritu en nuestras vidas, da testimonio del Espíritu, da testimonio, que el Espíritu mora en nosotros, que nos ha sellado, que nos llena, que nos enseña, que intercede, que nos guía, etc.
(Mateo 7:16 y 20) “ Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos?” y “ Así que, por sus frutos los conoceréis.”
(Romanos 6:22) “Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.”
(Gálatas 5:22-23) “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.”
(Efesios 5:9) “(porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad),”
----------ooOoo----------
Por el hermano: Francisco Clares Barranco

No hay comentarios:

Publicar un comentario