HEREJÍAS DESTRUCTORAS (2ª Pedro 2:1-3)
DOGMAS: (1) LA TRINIDAD (Concilios: Nicea 325 d.C., Constantinopla 381 d.C., y Calcedonia 461 d.C.). (2) NACIMIENTO VIRGINAL DE JESÚS (Concilio de Letrán 649 d.C.). (3) INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA 1854 d.C. (4) LA ASUNCIÓN DE MARÍA 1950 d.C.
DOGMAS: (1) LA TRINIDAD (Concilios: Nicea 325 d.C., Constantinopla 381 d.C., y Calcedonia 461 d.C.). (2) NACIMIENTO VIRGINAL DE JESÚS (Concilio de Letrán 649 d.C.). (3) INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA 1854 d.C. (4) LA ASUNCIÓN DE MARÍA 1950 d.C.
ES OBVIO, QUE LAS IGLESIAS PROTESTANTES Y EVANGÉLICAS E HIJAS DE BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS, Y QUE SURGIERON EN EL SIGLO XVI TRAS LA REFORMA, TAN SOLO HAN ASUMIDO LOS DOS PRIMEROS DOGMAS , PUESTO QUE LOS DOS ÚLTIMOS HAN SIDO PROMULGADOS RECIENTEMENTE, ES DECIR, EN LOS SIGLOS XIX Y XX.
Hace ya algunos años y tras estudio y meditación en la palabra de Dios, llegué a la conclusión, de que todo cuanto voy conociendo y conozco en parte, responde, a lo que ya ha sido realizado y también a lo que revelan las Escrituras del Plan de Dios, conforme al Propósito Eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor (Efesios 3:11).
Este Plan, dijéramos, que está escrito en la mente de Dios y guardado en su corazón, en su seno. Por consiguiente, todo está en la presciencia de Dios y nadie debiera imaginarse la preexistencia de Jesús y también la nuestra. “La nuestra”, algo que los predicadores y maestros de hoy en día olvidan permanentemente (Efesios 1:4; Romanos 8:29). Porque si Jesús es el primogénito entre muchos hermanos y en vez de estar en la presciencia de Dios, estuvo en la preexistencia como un Ser Divino y Eterno, cabe preguntarse, si nosotros también, que somos sus hermanos, estuvimos en una condición igual o semejante. Porque si Jesús preexistió como Dios el Hijo, el Hijo Eterno, tal y como muchos predican:
¿Éramos también nosotros, espíritus, dioses o algo parecido?
La preexistencia de Cristo y también la nuestra, es un dogma que se deriva del gnosticismo. El gnosticismo, que surgió desde la filosofía griega de Platón y también de religiones orientales, y que sostuvo la creencia de seres preexistentes o “aeones”, que podían descender del nivel o lugar espiritual de donde provenían para “encarnarse” o en su caso “reencarnarse”en cuerpos humanos temporalmente. Tales cuerpos, eran luego abandonados por estos “aeones”, porque se afirmaba, que “toda materia es inherentemente mala” (dualismo gnóstico). En cierto modo, el cristianismo antiguo fue influenciado por el gnosticismo, para tornarse en un cristianismo gnóstico, asegurando la preexistencia de un Cristo prehumano, lo cual tira por tierra la verdadera filiación humana y excepcional del Hijo de Dios, que fue engendrado por Dios y nacido de mujer. Para el gnosticismo docético (Cristo aparentó ser humano pero realmente no lo fue), el “Cristo divino”, descendió sobre el “Jesús humano”, para dejarlo un cierto tiempo después.
¡Hoy en día, también hay muchos, que solamente quieren ver a un Cristo divino!
Este Plan, dijéramos, que está escrito en la mente de Dios y guardado en su corazón, en su seno. Por consiguiente, todo está en la presciencia de Dios y nadie debiera imaginarse la preexistencia de Jesús y también la nuestra. “La nuestra”, algo que los predicadores y maestros de hoy en día olvidan permanentemente (Efesios 1:4; Romanos 8:29). Porque si Jesús es el primogénito entre muchos hermanos y en vez de estar en la presciencia de Dios, estuvo en la preexistencia como un Ser Divino y Eterno, cabe preguntarse, si nosotros también, que somos sus hermanos, estuvimos en una condición igual o semejante. Porque si Jesús preexistió como Dios el Hijo, el Hijo Eterno, tal y como muchos predican:
¿Éramos también nosotros, espíritus, dioses o algo parecido?
La preexistencia de Cristo y también la nuestra, es un dogma que se deriva del gnosticismo. El gnosticismo, que surgió desde la filosofía griega de Platón y también de religiones orientales, y que sostuvo la creencia de seres preexistentes o “aeones”, que podían descender del nivel o lugar espiritual de donde provenían para “encarnarse” o en su caso “reencarnarse”en cuerpos humanos temporalmente. Tales cuerpos, eran luego abandonados por estos “aeones”, porque se afirmaba, que “toda materia es inherentemente mala” (dualismo gnóstico). En cierto modo, el cristianismo antiguo fue influenciado por el gnosticismo, para tornarse en un cristianismo gnóstico, asegurando la preexistencia de un Cristo prehumano, lo cual tira por tierra la verdadera filiación humana y excepcional del Hijo de Dios, que fue engendrado por Dios y nacido de mujer. Para el gnosticismo docético (Cristo aparentó ser humano pero realmente no lo fue), el “Cristo divino”, descendió sobre el “Jesús humano”, para dejarlo un cierto tiempo después.
¡Hoy en día, también hay muchos, que solamente quieren ver a un Cristo divino!
El apóstol Juan, combatió enérgicamente esta herejía del gnosticismo, la cual influenció y al igual que ocurre hoy en día, a muchos miembros sinceros de la Iglesia de Dios. Juan se opuso enérgicamente al dogma gnóstico de la preexistencia de Cristo y de su encarnación humana. Juan conocía a toda la familia de Jesús, y sin en verdad su madre Salomé era hermana de María, significa, que hasta podría haber sido primo hermano de Jesús. Luego no cabe pensar ni interpretar en ningún momento, que las palabras de Juan pretendieran anular la condición humana de Jesús, sino justamente todo lo contrario: “En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo (Jesús Cristo) ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo (Jesús Cristo) ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo” (1ª Juan 4:2-3).
Me pregunto:
¿Cómo ven y cómo se imaginan, al único Dios Invisible y Eterno, aquellos, quiénes creen en personas divinas, coeternas y distintas, y en su caso en pluralidad de Dioses?
Y también: ¿Cómo ven y cómo se imaginan, al que creen
como preexistente Hijo Eterno, Dios el Hijo, antes de la fundación del mundo?
¿Los ven desde una visión antropomórfica? ¿Cómo los ven? ¿Cómo se los imaginan?
¡Quisiera saberlo!
¡Porque hablan mucho de Dios, pero parece ser, que conocen poco de su naturaleza!
----------ooOoo----------
Muchísimos intelectuales y científicos agnósticos, y desde el conocimiento actual del que disponen, describen a Dios, como la energía inteligente del Universo. La ciencia evoluciona continuamente y desde hace bastante tiempo, ya se está hablando del suprauniverso (el espacio que rodea al Universo), donde parece ser, abunda la antimateria y una fuerza inteligente capaz de poner orden en el caos, que continuamente se está produciendo en el Universo.
Esto que actualmente están descubriendo los científicos, entiendo, que los creyentes, lo sabemos desde siempre y a través de la Palabra. Ellos, lo llaman energía inteligente o fuerza inteligente, y nosotros, lo conocemos por Espíritu Palabra (Omnipotencia, Omnipresencia y Omnisciencia).
¡Sin ánimo de ofender a nadie, hablar aquí de lo que hablan y enseñan, quiénes creen en personas divinas, coeternas y distintas, y en su caso en pluralidad de Dioses, me parece un absurdo, y un insulto a la mínima inteligencia, y al mínimo sentido común!
Describir la naturaleza de Dios, por la expresión Espíritu Palabra, pudiera quedar como una expresión un poco abstracta; y es por ello, que del modo mas sencillo y comprensible, expondré, que es lo que discierno como Espíritu Palabra.
En principio, decir, que aunque la expresión está compuesta de dos palabras, mi percepción es como si fuera una sola. Percibo al Espíritu Palabra, en una unión total.
¡No contemplo Espíritu sin Palabra, ni Palabra sin Espíritu!
Les diré, que el Espíritu Santo que mora en mí, es vida, poder en el hombre interior, carácter de Dios en mi vida (Amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza), etc., y la Palabra, es espíritu, vida, racionalidad, creatividad, conocimiento de la voluntad de Dios, en toda sabiduría e inteligencia espiritual, etc.
¡Lo he expuesto del modo más breve y conciso!
----------ooOoo----------
En el Antiguo Testamento, la palabra Padre y en relación con Dios, está poco presente; y la de un Hijo de Él, es inexistente. Por ello, hemos de ir al Nuevo Testamento, que es donde encontraremos frecuentemente, la palabra Padre en relación con Dios y las frases “el Hijo del Hombre” y “el Hijo de Dios” en relación con Jesús.
En el Nuevo Testamento, vamos a ver como Dios se humaniza, manifestándose en carne en Jesús, para traernos y darnos la Palabra. Y también veremos, como tras la muerte, resurrección y glorificación de nuestro Señor Jesús Cristo, los que hemos creído en él, en su obra redentora, hemos recibido el Espíritu Santo; y por consiguiente, haciéndonos participantes de la naturaleza divina: Espíritu Palabra.
El centro del cristianismo no es Dios, sino Jesús, Jesús Cristo hombre, del linaje (sperma) de David según la carne, el que vivió con nosotros y murió en la Cruz por nosotros, para nuestra Salvación. Porque Jesús fue quien nos reveló a Dios y quien nos lo dio a conocer.
Dios manifestado en carne (1ª Timoteo 3:16); la humanización de Dios, se produjo en Jesús Cristo hombre nuestro Señor, el único mediador entre Dios y los hombres (1ª Timoteo 2:5). Por consiguiente, Jesús Cristo hombre siendo en forma de Dios “se vació de si mismo” (Filipenses 2:7), manifestándose como “siervo”, semejante a los hombre y en la condición de hombre. Es decir, que Jesús Cristo hombre siendo en forma de Dios, renunció a toda grandeza, a toda majestad y a toda expresión de poder temporal. No hay otro modo de ver a Jesús nuestro Señor, si no es en forma de “siervo”, renunciando voluntariamente a todo privilegio y a toda distinción.
Reflexionando en el párrafo anterior, es como si Dios nos dijera, que en la medida en que nos acerquemos a esta forma de estar en el mundo (en la que Él estuvo habitando en Jesús), tendremos amor hacia la humanidad; y en esa misma medida, también nos acercaremos a Él, a Su voluntad, en obediencia, humildad y mansedumbre.
Es evidente, que cualquier lector estará pensando: Este hombre nos dice, que Jesús hombre es el centro del cristianismo, pero de lo que hemos leído hasta ahora, parece, que nos esta exponiendo a un Jesús menos humano, nos está exponiendo a Jesús en forma de Dios, donde prevalece la Deidad en él sobre la humanidad y en una especie casi de “monofisismo larvado”.
¡No es mi intención, ni muchísimo de menos!
Reconozco, que me es imposible el separar la humanidad de Jesús de la Deidad en él. Pero igualmente, también me es imposible separar la Deidad en él, de su humanidad.
Jesús, es en forma de Dios, y es un verdadero hombre.
¿Cómo ven y cómo se imaginan, al único Dios Invisible y Eterno, aquellos, quiénes creen en personas divinas, coeternas y distintas, y en su caso en pluralidad de Dioses?
Y también: ¿Cómo ven y cómo se imaginan, al que creen
como preexistente Hijo Eterno, Dios el Hijo, antes de la fundación del mundo?
¿Los ven desde una visión antropomórfica? ¿Cómo los ven? ¿Cómo se los imaginan?
¡Quisiera saberlo!
¡Porque hablan mucho de Dios, pero parece ser, que conocen poco de su naturaleza!
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Muchísimos intelectuales y científicos agnósticos, y desde el conocimiento actual del que disponen, describen a Dios, como la energía inteligente del Universo. La ciencia evoluciona continuamente y desde hace bastante tiempo, ya se está hablando del suprauniverso (el espacio que rodea al Universo), donde parece ser, abunda la antimateria y una fuerza inteligente capaz de poner orden en el caos, que continuamente se está produciendo en el Universo.
Esto que actualmente están descubriendo los científicos, entiendo, que los creyentes, lo sabemos desde siempre y a través de la Palabra. Ellos, lo llaman energía inteligente o fuerza inteligente, y nosotros, lo conocemos por Espíritu Palabra (Omnipotencia, Omnipresencia y Omnisciencia).
¡Sin ánimo de ofender a nadie, hablar aquí de lo que hablan y enseñan, quiénes creen en personas divinas, coeternas y distintas, y en su caso en pluralidad de Dioses, me parece un absurdo, y un insulto a la mínima inteligencia, y al mínimo sentido común!
Describir la naturaleza de Dios, por la expresión Espíritu Palabra, pudiera quedar como una expresión un poco abstracta; y es por ello, que del modo mas sencillo y comprensible, expondré, que es lo que discierno como Espíritu Palabra.
En principio, decir, que aunque la expresión está compuesta de dos palabras, mi percepción es como si fuera una sola. Percibo al Espíritu Palabra, en una unión total.
¡No contemplo Espíritu sin Palabra, ni Palabra sin Espíritu!
Les diré, que el Espíritu Santo que mora en mí, es vida, poder en el hombre interior, carácter de Dios en mi vida (Amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza), etc., y la Palabra, es espíritu, vida, racionalidad, creatividad, conocimiento de la voluntad de Dios, en toda sabiduría e inteligencia espiritual, etc.
¡Lo he expuesto del modo más breve y conciso!
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En el Antiguo Testamento, la palabra Padre y en relación con Dios, está poco presente; y la de un Hijo de Él, es inexistente. Por ello, hemos de ir al Nuevo Testamento, que es donde encontraremos frecuentemente, la palabra Padre en relación con Dios y las frases “el Hijo del Hombre” y “el Hijo de Dios” en relación con Jesús.
En el Nuevo Testamento, vamos a ver como Dios se humaniza, manifestándose en carne en Jesús, para traernos y darnos la Palabra. Y también veremos, como tras la muerte, resurrección y glorificación de nuestro Señor Jesús Cristo, los que hemos creído en él, en su obra redentora, hemos recibido el Espíritu Santo; y por consiguiente, haciéndonos participantes de la naturaleza divina: Espíritu Palabra.
El centro del cristianismo no es Dios, sino Jesús, Jesús Cristo hombre, del linaje (sperma) de David según la carne, el que vivió con nosotros y murió en la Cruz por nosotros, para nuestra Salvación. Porque Jesús fue quien nos reveló a Dios y quien nos lo dio a conocer.
Dios manifestado en carne (1ª Timoteo 3:16); la humanización de Dios, se produjo en Jesús Cristo hombre nuestro Señor, el único mediador entre Dios y los hombres (1ª Timoteo 2:5). Por consiguiente, Jesús Cristo hombre siendo en forma de Dios “se vació de si mismo” (Filipenses 2:7), manifestándose como “siervo”, semejante a los hombre y en la condición de hombre. Es decir, que Jesús Cristo hombre siendo en forma de Dios, renunció a toda grandeza, a toda majestad y a toda expresión de poder temporal. No hay otro modo de ver a Jesús nuestro Señor, si no es en forma de “siervo”, renunciando voluntariamente a todo privilegio y a toda distinción.
Reflexionando en el párrafo anterior, es como si Dios nos dijera, que en la medida en que nos acerquemos a esta forma de estar en el mundo (en la que Él estuvo habitando en Jesús), tendremos amor hacia la humanidad; y en esa misma medida, también nos acercaremos a Él, a Su voluntad, en obediencia, humildad y mansedumbre.
Es evidente, que cualquier lector estará pensando: Este hombre nos dice, que Jesús hombre es el centro del cristianismo, pero de lo que hemos leído hasta ahora, parece, que nos esta exponiendo a un Jesús menos humano, nos está exponiendo a Jesús en forma de Dios, donde prevalece la Deidad en él sobre la humanidad y en una especie casi de “monofisismo larvado”.
¡No es mi intención, ni muchísimo de menos!
Reconozco, que me es imposible el separar la humanidad de Jesús de la Deidad en él. Pero igualmente, también me es imposible separar la Deidad en él, de su humanidad.
Jesús, es en forma de Dios, y es un verdadero hombre.
Entiéndase que cuando utilice la expresión “la Deidad”, no estoy diciendo que Jesús es “la Deidad”, sino que en él habita corporalmente toda la plenitud de “la Deidad”, porque así agradó al Padre (Colosenses 2:9 y 1:19).
¡Fijense que no he dicho que Jesús es Dios, sino que es en forma de Dios!
Repito: ¡Jesús, es en forma de Dios y es un verdadero hombre!
Demostrar, que Jesús fue hombre, me parece hasta absurdo, porque lo primero que vemos en los evangelios es su genealogía, bien sea por parte de José (Mateo) o de María (Lucas). Toda la Cristiandad de un modo u de otro celebra la Navidad, el nacimiento de Jesús en Belén y donde los pastores lo encontraron envuelto en pañales (Lucas 2:12). Que creció en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres (Lucas 2:52). Que recorrió incansablemente todas las ciudades y aldeas llevándoles las “Buenas Nuevas el Evangelio del Reino”. Que comió, bebió, lloró, se cansó, tuvo sueño, se alegró, se angustió, se entristeció, etc., exactamente igual que cualquiera de nosotros. Que sufrió tal contradicción de pecadores, que lo desnudaron, pegaron, azotaron, escupieron, insultaron, se burlaron, lo escarnecieron y finalmente lo crucificaron y derramando sangre (su sangre preciosa). En la cruz del Calvario, brilló el amor de Jesús Cristo hombre, en todo su esplendor, en un amor que excede a todo conocimiento, entregándose a sí mismo, obedeciendo al Padre hasta la muerte y muerte de cruz y donde estuvo absolutamente solo, solo hombre, en cuerpo, alma y espíritu (Mateo 27:46 y Marcos 15:34). Resucitó de entre los muertos y durante cuarenta días estuvo predicando el evangelio del reino; y cientos y cientos de personas, fueron testigos de verle resucitado. Estando con algunos discípulos se elevó, ascendió y desapareció en las nubes. Dios nuestro Padre lo exaltó colocándolo en un orden un tanto superior a los ángeles y posicionándolo sentado a su diestra, a la diestra de la Majestad de las alturas. Jesús Cristo hombre glorificado y sentado a la diestra de Dios, es nuestro Sumo Sacerdote, quien intercede permanentemente por nosotros, presentando ante el Trono de la Gracia nuestras ofrendas y alabanzas. Jesús Cristo hombre glorificado y sentado a la diestra de Dios, es nuestro Abogado y es también nuestro hermano mayor (el primogénito entre muchos hermanos). Jesús Cristo hombre glorificado y sentado a la diestra de Dios es cabeza y esposo que cuida y sustenta a su iglesia. Jesús Cristo hombre glorificado, vendrá para reunirnos con él. Jesús Cristo hombre glorificado, transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya. Jesús Cristo hombre glorificado, vendrá a reinar durante mil años y nosotros con él. Jesús Cristo hombre glorificado, entregará el reino al Dios y Padre cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia. Jesús Cristo hombre glorificado, se sentará en el trono de su gloria, en el Juicio del Trono Blanco.
¡Jesús Cristo hombre glorificado por toda la eternidad
y nosotros con él!
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Veamos que dice la palabra de Dios y en los cuatro Evangelios:
Tres evangelios sinópticos, es decir, los tres afines y semejantes en cuanto al orden de la narración y al contenido (Marcos 60-70 d.C.; Mateo 70 d.C; Lucas 70-80 d.C); y por singularidad, el Evangelio de Juan, que fue el más tardío (95-100 d.C).
Cabe resaltar, los aspectos, de que tan solo Mateo y Juan fueron apóstoles que anduvieron con el Señor Jesús; y el de la diferencia que hay entre los tres sinópticos y el evangelio de Juan.
La frase “el Hijo del Hombre”, era un título mesiánico (Daniel 7:13-14) y por consiguiente referido a un ser humano; mientras que la frase “el Hijo de Dios”, era intencionadamente presentada por los judíos (Fariseos, Saduceos y Escribas) de la época como una blasfemia, queriendo que el resto de judíos, entendieran, que quién la pronunciara esta frase siendo un hombre, se hacía Dios (Juan 10:33).
¡Es lo que ellos entendieron, pero no es, lo que debiéramos entender nosotros!
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Mateo:
Hijo de Dios ---> 8 y nunca las pronunció Jesús.
Hijo del Hombre ---> 30 y todas pronunciadas por Jesús.
Marcos:
Hijo de Dios ---> 3 y nunca las pronunció Jesús.
Hijo del Hombre ---> 13 y 12 pronunciadas por Jesús.
Lucas:
Hijo de Dios ---> 5 y nunca las pronunció Jesús.
Hijo del Hombre ---> 26 y 25 pronunciadas por Jesús.
Resumen:
Hijo de Dios ---> 16 y nunca las pronunció Jesús.
Hijo del Hombre ---> 69 y 67 pronunciadas por Jesús.
Es evidente, que en los tres evangelios sinópticos, se pone el énfasis en el carácter mesiánico y en la humanidad de Jesús.
Juan:
Hijo de Dios ---> 10 y 5 pronunciadas por Jesús.
Hijo del Hombre ---> 11 y 9 pronunciadas por Jesús.
En este evangelio de Juan, es cuando Jesús, pronuncia la frase “Hijo de Dios”, e incluso la frase “Hijo de Dios soy”; pero aún así, también pronuncia casi el doble de veces la frase, “el Hijo del Hombre”.
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El evangelio de Juan, fue escrito casi 30 años después de los evangelios sinópticos; con el propósito de que creamos que Jesús es el Cristo (el Mesías/el Ungido), el Hijo de Dios y para que creyendo, tengamos vida en su nombre (Juan 20:31); pero también, mostrándonos la Deidad en Jesús, así como la humanidad del mismo. El apóstol Juan tuvo que enfrentarse y durante muchos años a la herejía destructora del “gnosticismo”, la cual, fue la herejía más peligrosa que amenazó a la iglesia primitiva durante los tres primeros siglos; y es por ello, que tanto en su evangelio, como en las cartas apostólicas, trata de rebatir los conceptos que estaban haciendo muchísimo daño a la iglesia.
1.- El dualismo en cuanto al espíritu y la materia. Los gnósticos aseguraban que la materia era inherentemente mala y el espíritu bueno. Por consiguiente, creían, que la vida real solamente existía en la realidad del espíritu.
¡Tan solo querían ver la parte espiritual!
2.- El dualismo filosófico-místico, por el cual podrían conseguir un conocimiento intuitivo, misterioso y secreto de las cosas divinas (gnosis), que les conduciría a la salvación.
El apóstol Juan y en el principio de su evangelio, es como si les estuviera diciendo, que se olvidaran de la filosofía neoplatónica y mística, y que prestaran atención a la palabra de Dios, “la Palabra hecha carne” en Jesús y que habitó entre nosotros, la cual, les daría el único conocimiento, que pudiera conducirlos a la salvación.
(Juan 1:1 – Traducción del Griego) “En principio es la Palabra, y la Palabra es en Dios y de Dios es la Palabra”.
(Juan 1:14 – Traducción del Griego) “Y la Palabra carne llegó a ser, y habitó en nosotros, y vimos la gloria de ella misma, gloria como de Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.”
¡Analizando estos dos versículos, ellos, nos declaran sin ambages la Deidad en Jesús!
3.- La negación de la humanidad de Jesús. Decían, que Jesús nunca fue un ser humano sino que tan solo aparentaba serlo.
Dijo Juan, enfrentándose al gnosticismo: “y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo (Jesús Cristo) ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo” (1ª Juan 4:3).
¡No creo, que nadie dude, del énfasis, que pone el apóstol Juan en cuanto a la humanidad de Jesús!
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Tras desaparecer el último apóstol Juan, la herejía destructora del "gnosticismo" siguió dañando a la iglesia durante muchos años (casi hasta finales del Siglo III).
A mediados del Siglo III, surgió otra herejía destructora, llamada "el arrianismo" (precusores de los Testigos de Jehová), la cual y en contraposición del "gnosticismo", que negaba la humanidad de Jesús, para tan solo creer y desde planteamientos filosóficos en la divinidad del mismo; por el contrario, "el arrianismo", negaba contundentemente la divinidad de Jesús, y considerándolo como un ser humano con ciertos atributos divinos.
Estas dos herejías destructoras, se enfrentaron, y dando lugar a que los llamados "Padres Apologetas", escribieran, intentando defender la doctrina apostólica, de un único Dios verdadero manifestado en carne en Jesús; y por consiguiente, habitando corporalmente en él, toda la plenitud de la Deidad.
Pero desgraciadamente no fue así, porque a partir de Tertuliano, ya comenzaron a filosofar buscando aquello que no estaba escrito, y dando pie, a que partir de principios del Siglo IV, surgiera y se consolidara posteriormente la nueva herejía destructora del "Credo Niceno y el Credo de San Atanasio" y que en la actualidad es conocido como "El Misterio de la Santísima Trinidad".
Esta herejía destructora, no se diferencia mucho de sus antecesoras, porque al igual que ellas, son fruto de la filosofía humana, de las huecas sutilezas, conforme a los rudimentos del mundo y no según Cristo. Tal es así, que la Iglesia Católica-Romana, culpable de la promulgación y fomento de esta herejía destructora, se vio forzada, a manipular espuriamente algunos textos bíblicos del Nuevo Testamento, para apoyar su doctrina.
Erasmo de Rotterdam, recibió el encargo de traducir el Nuevo Testamento del latín al griego, y para ello, la Iglesia Católica-Romana, le proporcionó algunos (pocos) manuscritos y los Códex Vaticanus y Sinaíticus, en los cuales, se había borrado y escrito encima tantas veces, que no podemos considerarlos como fidedignos.
Pero aún así, Erasmo y con el poco material que le proporcionaron, detectó muchísimas falsedades. Pero las autoridades eclesiásticas no aceptaron la traducción, y es por ello, que le forzaron a tener que escribir hasta 5 ediciones, para que ellas quedaran satisfechas.
Este Nuevo Testamento de Erasmo, es el que conocemos como “el Textus Receptus”, y que fue traducido a diferentes lenguas incluyendo la nuestra.
RVA60 cuya fuente es el Textus Receptus, contiene alrededor de 26 interpolaciones, y numeroso versículos que tenden-ciosamente han sido mal traducidos, en apoyo de esta herejía destructora del “Credo Niceno” y del “Credo de San Atanasio”.
Las Iglesias protestante y evangélicas, surgieron de la madre Iglesia Católica-Romana; y es por ello, que la inmensa mayoría de ellas, siguen conservando y enseñando la doctrina del “Credo Niceno” y del “Credo de San Atanasio”, que han asumido y heredado de su madre.
Pero el problema no ha quedado aquí, sino que esta herejía destructora, tiene hoy en día una derivada, que es la del politeismo-paganismo de varios Dioses.
¡La herejía destructora de este siglo es el Credo Niceno, Credo de San Atanasio y su derivada del politeismo-paganismo!
Hoy, ya es imposible que sigan engañando, porque afortunadamente, disponemos de más de 5.500 fragmentos de manuscritos en griego del Nuevo Testamento, que dan luz a la verdad, revelando las falsificaciones y tendenciosas traducciones, que durante muchos siglos la Iglesia Católica-Romana fue efectuando.
Tal y como están las cosas, quiénes quieran acercarse a la verdad, deberán personalmente, ir al Nuevo Testamento en griego y efectuar la traducción correspondiente, la cual deberá encajar como en un puzzle, en el contexto de las Sagradas Escrituras.
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Hoy en día, y en muchísimas iglesias evangélicas, existe una especie de “seudo-gnosticismo”, por el cual deshumanizan totalmente a Jesús, para verlo única y exclusivamente divinizado.
En una exégesis bíblica del evangelio de Juan, y si deshumanizáramos a Jesús, Jesús desaparecería, y tan solo aparecería Dios el Padre.
¡Pero esto no es lo que está ocurriendo!
Ellos, no disciernen a Dios el Padre, sino que ven al que ellos llaman “Dios el Hijo”, “el Hijo Eterno” y lo sitúan en un Trono Celestial, adornado y encumbrado de toda Majestad, escoltado de miríadas de ángeles sirviéndole y objeto de toda adoración.
Esto se llama: ¡Politeismo y paganismo!
El deshumanizar totalmente a Jesús, y verlo únicamente divinizado, es como lanzar un torpedo a la línea de flotación de la fe cristiana.
¡Es destruir la fe cristiana! ¡Quiénes hacen esto, están negando al Señor Jesús que los rescató!
El centro del cristianismo, es Jesús Cristo hombre, el Jesús Cristo hombre, que cargó con todos los pecados del mundo, haciéndolo en soledad y desamparado, en su condición hombre, y donde brilló el espíritu de él, el espíritu de Jesús Cristo hombre, obedeciendo al Padre, hasta la muerte y muerte de cruz.
Nosotros, los que hemos creído en él, jamás nos encontraremos en la situación de soledad y desamparo que en la cruz y durante tres horas (sexta a novena), él vivió; y es por ello, que Jesús Cristo hombre, es el Autor y consumador de la fe.
¡El deshumanizar a Jesús, es una herejía destructora!
¡El situar a Jesús Cristo hombre glorificado, en un orden y posición en que Dios no lo ha colocado, es también, una herejía destructora!
¡Y el sustituir a Dios el Padre por un imaginario Dios el Hijo, es una herejía destructora, la cual ha derivado, en el politeismo y en el paganismo!
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(1ª Corintios 8:5-6) “Pues aunque haya algunos que se llamen dioses, sea en el cielo, o en la tierra (como hay muchos dioses y muchos señores), para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo (Jesús Cristo), por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él.”
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Repito: ¡Jesús, es en forma de Dios y es un verdadero hombre!
Demostrar, que Jesús fue hombre, me parece hasta absurdo, porque lo primero que vemos en los evangelios es su genealogía, bien sea por parte de José (Mateo) o de María (Lucas). Toda la Cristiandad de un modo u de otro celebra la Navidad, el nacimiento de Jesús en Belén y donde los pastores lo encontraron envuelto en pañales (Lucas 2:12). Que creció en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres (Lucas 2:52). Que recorrió incansablemente todas las ciudades y aldeas llevándoles las “Buenas Nuevas el Evangelio del Reino”. Que comió, bebió, lloró, se cansó, tuvo sueño, se alegró, se angustió, se entristeció, etc., exactamente igual que cualquiera de nosotros. Que sufrió tal contradicción de pecadores, que lo desnudaron, pegaron, azotaron, escupieron, insultaron, se burlaron, lo escarnecieron y finalmente lo crucificaron y derramando sangre (su sangre preciosa). En la cruz del Calvario, brilló el amor de Jesús Cristo hombre, en todo su esplendor, en un amor que excede a todo conocimiento, entregándose a sí mismo, obedeciendo al Padre hasta la muerte y muerte de cruz y donde estuvo absolutamente solo, solo hombre, en cuerpo, alma y espíritu (Mateo 27:46 y Marcos 15:34). Resucitó de entre los muertos y durante cuarenta días estuvo predicando el evangelio del reino; y cientos y cientos de personas, fueron testigos de verle resucitado. Estando con algunos discípulos se elevó, ascendió y desapareció en las nubes. Dios nuestro Padre lo exaltó colocándolo en un orden un tanto superior a los ángeles y posicionándolo sentado a su diestra, a la diestra de la Majestad de las alturas. Jesús Cristo hombre glorificado y sentado a la diestra de Dios, es nuestro Sumo Sacerdote, quien intercede permanentemente por nosotros, presentando ante el Trono de la Gracia nuestras ofrendas y alabanzas. Jesús Cristo hombre glorificado y sentado a la diestra de Dios, es nuestro Abogado y es también nuestro hermano mayor (el primogénito entre muchos hermanos). Jesús Cristo hombre glorificado y sentado a la diestra de Dios es cabeza y esposo que cuida y sustenta a su iglesia. Jesús Cristo hombre glorificado, vendrá para reunirnos con él. Jesús Cristo hombre glorificado, transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya. Jesús Cristo hombre glorificado, vendrá a reinar durante mil años y nosotros con él. Jesús Cristo hombre glorificado, entregará el reino al Dios y Padre cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia. Jesús Cristo hombre glorificado, se sentará en el trono de su gloria, en el Juicio del Trono Blanco.
¡Jesús Cristo hombre glorificado por toda la eternidad
y nosotros con él!
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Veamos que dice la palabra de Dios y en los cuatro Evangelios:
Tres evangelios sinópticos, es decir, los tres afines y semejantes en cuanto al orden de la narración y al contenido (Marcos 60-70 d.C.; Mateo 70 d.C; Lucas 70-80 d.C); y por singularidad, el Evangelio de Juan, que fue el más tardío (95-100 d.C).
Cabe resaltar, los aspectos, de que tan solo Mateo y Juan fueron apóstoles que anduvieron con el Señor Jesús; y el de la diferencia que hay entre los tres sinópticos y el evangelio de Juan.
La frase “el Hijo del Hombre”, era un título mesiánico (Daniel 7:13-14) y por consiguiente referido a un ser humano; mientras que la frase “el Hijo de Dios”, era intencionadamente presentada por los judíos (Fariseos, Saduceos y Escribas) de la época como una blasfemia, queriendo que el resto de judíos, entendieran, que quién la pronunciara esta frase siendo un hombre, se hacía Dios (Juan 10:33).
¡Es lo que ellos entendieron, pero no es, lo que debiéramos entender nosotros!
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Mateo:
Hijo de Dios ---> 8 y nunca las pronunció Jesús.
Hijo del Hombre ---> 30 y todas pronunciadas por Jesús.
Marcos:
Hijo de Dios ---> 3 y nunca las pronunció Jesús.
Hijo del Hombre ---> 13 y 12 pronunciadas por Jesús.
Lucas:
Hijo de Dios ---> 5 y nunca las pronunció Jesús.
Hijo del Hombre ---> 26 y 25 pronunciadas por Jesús.
Resumen:
Hijo de Dios ---> 16 y nunca las pronunció Jesús.
Hijo del Hombre ---> 69 y 67 pronunciadas por Jesús.
Es evidente, que en los tres evangelios sinópticos, se pone el énfasis en el carácter mesiánico y en la humanidad de Jesús.
Juan:
Hijo de Dios ---> 10 y 5 pronunciadas por Jesús.
Hijo del Hombre ---> 11 y 9 pronunciadas por Jesús.
En este evangelio de Juan, es cuando Jesús, pronuncia la frase “Hijo de Dios”, e incluso la frase “Hijo de Dios soy”; pero aún así, también pronuncia casi el doble de veces la frase, “el Hijo del Hombre”.
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El evangelio de Juan, fue escrito casi 30 años después de los evangelios sinópticos; con el propósito de que creamos que Jesús es el Cristo (el Mesías/el Ungido), el Hijo de Dios y para que creyendo, tengamos vida en su nombre (Juan 20:31); pero también, mostrándonos la Deidad en Jesús, así como la humanidad del mismo. El apóstol Juan tuvo que enfrentarse y durante muchos años a la herejía destructora del “gnosticismo”, la cual, fue la herejía más peligrosa que amenazó a la iglesia primitiva durante los tres primeros siglos; y es por ello, que tanto en su evangelio, como en las cartas apostólicas, trata de rebatir los conceptos que estaban haciendo muchísimo daño a la iglesia.
1.- El dualismo en cuanto al espíritu y la materia. Los gnósticos aseguraban que la materia era inherentemente mala y el espíritu bueno. Por consiguiente, creían, que la vida real solamente existía en la realidad del espíritu.
¡Tan solo querían ver la parte espiritual!
2.- El dualismo filosófico-místico, por el cual podrían conseguir un conocimiento intuitivo, misterioso y secreto de las cosas divinas (gnosis), que les conduciría a la salvación.
El apóstol Juan y en el principio de su evangelio, es como si les estuviera diciendo, que se olvidaran de la filosofía neoplatónica y mística, y que prestaran atención a la palabra de Dios, “la Palabra hecha carne” en Jesús y que habitó entre nosotros, la cual, les daría el único conocimiento, que pudiera conducirlos a la salvación.
(Juan 1:1 – Traducción del Griego) “En principio es la Palabra, y la Palabra es en Dios y de Dios es la Palabra”.
(Juan 1:14 – Traducción del Griego) “Y la Palabra carne llegó a ser, y habitó en nosotros, y vimos la gloria de ella misma, gloria como de Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.”
¡Analizando estos dos versículos, ellos, nos declaran sin ambages la Deidad en Jesús!
3.- La negación de la humanidad de Jesús. Decían, que Jesús nunca fue un ser humano sino que tan solo aparentaba serlo.
Dijo Juan, enfrentándose al gnosticismo: “y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo (Jesús Cristo) ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo” (1ª Juan 4:3).
¡No creo, que nadie dude, del énfasis, que pone el apóstol Juan en cuanto a la humanidad de Jesús!
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Tras desaparecer el último apóstol Juan, la herejía destructora del "gnosticismo" siguió dañando a la iglesia durante muchos años (casi hasta finales del Siglo III).
A mediados del Siglo III, surgió otra herejía destructora, llamada "el arrianismo" (precusores de los Testigos de Jehová), la cual y en contraposición del "gnosticismo", que negaba la humanidad de Jesús, para tan solo creer y desde planteamientos filosóficos en la divinidad del mismo; por el contrario, "el arrianismo", negaba contundentemente la divinidad de Jesús, y considerándolo como un ser humano con ciertos atributos divinos.
Estas dos herejías destructoras, se enfrentaron, y dando lugar a que los llamados "Padres Apologetas", escribieran, intentando defender la doctrina apostólica, de un único Dios verdadero manifestado en carne en Jesús; y por consiguiente, habitando corporalmente en él, toda la plenitud de la Deidad.
Pero desgraciadamente no fue así, porque a partir de Tertuliano, ya comenzaron a filosofar buscando aquello que no estaba escrito, y dando pie, a que partir de principios del Siglo IV, surgiera y se consolidara posteriormente la nueva herejía destructora del "Credo Niceno y el Credo de San Atanasio" y que en la actualidad es conocido como "El Misterio de la Santísima Trinidad".
Esta herejía destructora, no se diferencia mucho de sus antecesoras, porque al igual que ellas, son fruto de la filosofía humana, de las huecas sutilezas, conforme a los rudimentos del mundo y no según Cristo. Tal es así, que la Iglesia Católica-Romana, culpable de la promulgación y fomento de esta herejía destructora, se vio forzada, a manipular espuriamente algunos textos bíblicos del Nuevo Testamento, para apoyar su doctrina.
Erasmo de Rotterdam, recibió el encargo de traducir el Nuevo Testamento del latín al griego, y para ello, la Iglesia Católica-Romana, le proporcionó algunos (pocos) manuscritos y los Códex Vaticanus y Sinaíticus, en los cuales, se había borrado y escrito encima tantas veces, que no podemos considerarlos como fidedignos.
Pero aún así, Erasmo y con el poco material que le proporcionaron, detectó muchísimas falsedades. Pero las autoridades eclesiásticas no aceptaron la traducción, y es por ello, que le forzaron a tener que escribir hasta 5 ediciones, para que ellas quedaran satisfechas.
Este Nuevo Testamento de Erasmo, es el que conocemos como “el Textus Receptus”, y que fue traducido a diferentes lenguas incluyendo la nuestra.
RVA60 cuya fuente es el Textus Receptus, contiene alrededor de 26 interpolaciones, y numeroso versículos que tenden-ciosamente han sido mal traducidos, en apoyo de esta herejía destructora del “Credo Niceno” y del “Credo de San Atanasio”.
Las Iglesias protestante y evangélicas, surgieron de la madre Iglesia Católica-Romana; y es por ello, que la inmensa mayoría de ellas, siguen conservando y enseñando la doctrina del “Credo Niceno” y del “Credo de San Atanasio”, que han asumido y heredado de su madre.
Pero el problema no ha quedado aquí, sino que esta herejía destructora, tiene hoy en día una derivada, que es la del politeismo-paganismo de varios Dioses.
¡La herejía destructora de este siglo es el Credo Niceno, Credo de San Atanasio y su derivada del politeismo-paganismo!
Hoy, ya es imposible que sigan engañando, porque afortunadamente, disponemos de más de 5.500 fragmentos de manuscritos en griego del Nuevo Testamento, que dan luz a la verdad, revelando las falsificaciones y tendenciosas traducciones, que durante muchos siglos la Iglesia Católica-Romana fue efectuando.
Tal y como están las cosas, quiénes quieran acercarse a la verdad, deberán personalmente, ir al Nuevo Testamento en griego y efectuar la traducción correspondiente, la cual deberá encajar como en un puzzle, en el contexto de las Sagradas Escrituras.
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Hoy en día, y en muchísimas iglesias evangélicas, existe una especie de “seudo-gnosticismo”, por el cual deshumanizan totalmente a Jesús, para verlo única y exclusivamente divinizado.
En una exégesis bíblica del evangelio de Juan, y si deshumanizáramos a Jesús, Jesús desaparecería, y tan solo aparecería Dios el Padre.
¡Pero esto no es lo que está ocurriendo!
Ellos, no disciernen a Dios el Padre, sino que ven al que ellos llaman “Dios el Hijo”, “el Hijo Eterno” y lo sitúan en un Trono Celestial, adornado y encumbrado de toda Majestad, escoltado de miríadas de ángeles sirviéndole y objeto de toda adoración.
Esto se llama: ¡Politeismo y paganismo!
El deshumanizar totalmente a Jesús, y verlo únicamente divinizado, es como lanzar un torpedo a la línea de flotación de la fe cristiana.
¡Es destruir la fe cristiana! ¡Quiénes hacen esto, están negando al Señor Jesús que los rescató!
El centro del cristianismo, es Jesús Cristo hombre, el Jesús Cristo hombre, que cargó con todos los pecados del mundo, haciéndolo en soledad y desamparado, en su condición hombre, y donde brilló el espíritu de él, el espíritu de Jesús Cristo hombre, obedeciendo al Padre, hasta la muerte y muerte de cruz.
Nosotros, los que hemos creído en él, jamás nos encontraremos en la situación de soledad y desamparo que en la cruz y durante tres horas (sexta a novena), él vivió; y es por ello, que Jesús Cristo hombre, es el Autor y consumador de la fe.
¡El deshumanizar a Jesús, es una herejía destructora!
¡El situar a Jesús Cristo hombre glorificado, en un orden y posición en que Dios no lo ha colocado, es también, una herejía destructora!
¡Y el sustituir a Dios el Padre por un imaginario Dios el Hijo, es una herejía destructora, la cual ha derivado, en el politeismo y en el paganismo!
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(1ª Corintios 8:5-6) “Pues aunque haya algunos que se llamen dioses, sea en el cielo, o en la tierra (como hay muchos dioses y muchos señores), para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo (Jesús Cristo), por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él.”
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EL CREDO DE SAN ATANASIO
Todo el que quiera salvarse, debe ante todo mantener la Fe Universal. El que no guardare ésta Fe íntegra y pura, sin duda perecerá eternamente. Y la Fe Universal es ésta: que adoramos a un solo Dios en Trinidad, y Trinidad en Unidad, sin confundir las Personas, ni dividir la Sustancia. Porque es una la Persona del Padre, otra la del Hijo y otra la del Espíritu Santo; mas la Divinidad del Padre, del Hijo y del Espíritu es toda una, igual la Gloria, coeterna la Majestad. Así como es el Padre, así el Hijo, así el Espíritu Santo. Increado es el Padre, increado el Hijo, increado el Espíritu Santo. Incomprensible es el Padre, incomprensible el Hijo, incomprensible el Espíritu Santo. Eterno es el Padre, eterno el Hijo, eterno el Espíritu Santo. Y, sin embargo, no son tres eternos, sino un solo eterno; como también no son tres incomprensibles, ni tres increados, sino un solo increado y un solo incomprensible. Asimismo, el Padre es Dios, el Hijo es Dios, el Espíritu Santo es Dios. Y sin embargo, no son tres Dioses, sino un solo Dios. Así también, Señor es el Padre, Señor es el Hijo, Señor es el Espíritu Santo. Y sin embargo, no son tres Señores, sino un solo Señor. Porque así como la verdad cristiana nos obliga a reconocer que cada una de las Personas de por sí es Dios y Señor, así la religión Cristiana nos prohíbe decir que hay tres Dioses o tres Señores. El Padre por nadie es hecho, ni creado, ni engendrado. El Hijo es sólo del Padre, no hecho, ni creado, sino engendrado. El Espíritu Santo es del Padre y del Hijo, no hecho, ni creado, ni engendrado, sino procedente. Hay, pues, un Padre, no tres Padres; un Hijo, no tres Hijos; un Espíritu Santo, no tres Espíritus Santos. Y en ésta Trinidad nadie es primero ni postrero, ni nadie mayor ni menor; sino que todas las tres Personas son coeternas juntamente y coiguales.
De manera que en todo, como queda dicho, se ha de adorar la Unidad en Trinidad, y la Trinidad en Unidad. Por tanto, el que quiera salvarse debe pensar así de la Trinidad. Además, es necesario para la salvación eterna que también crea correctamente en la Encarnación de nuestro Señor Jesucristo. Porque la Fe verdadera, que creemos y confesamos, es que nuestro Señor Jesucristo, Hijo de Dios, es Dios y Hombre; Dios, de la Sustancia del Padre, engendrado antes de todos los siglos; y Hombre, de la Sustancia de su Madre, nacido en el mundo; perfecto Dios y perfecto Hombre, subsistente de alma racional y de carne Humana; igual al Padre, según su Divinidad; inferior al Padre, según su Humanidad. Quien, aunque sea Dios y Hombre, sin embargo, no es dos, sino un solo Cristo; uno, no por conversión de la Divinidad en carne, sino por la asunción de la Humanidad en Dios; uno totalmente, no por confusión de Sustancia, sino por unidad de Persona. Pues como el alma racional y la carne es un solo hombre, así Dios y Hombre es un solo Cristo; El que padeció por nuestra salvación, descendió a los infiernos, resucitó al tercer día de entre los muertos. Subió a los cielos, está sentado a la diestra del Padre, Dios Todopoderoso, de donde ha de venir a juzgar a vivos y muertos. A cuya venida todos los hombres resucitarán con sus cuerpos y darán cuenta de sus propias obras. Y los que hubieren obrado bien irán a la vida eterna; y los que hubieren obrado mal, al fuego eterno. Esta es la Fe Universal, y quien no lo crea fielmente no puede salvarse. AMEN
Todo el que quiera salvarse, debe ante todo mantener la Fe Universal. El que no guardare ésta Fe íntegra y pura, sin duda perecerá eternamente. Y la Fe Universal es ésta: que adoramos a un solo Dios en Trinidad, y Trinidad en Unidad, sin confundir las Personas, ni dividir la Sustancia. Porque es una la Persona del Padre, otra la del Hijo y otra la del Espíritu Santo; mas la Divinidad del Padre, del Hijo y del Espíritu es toda una, igual la Gloria, coeterna la Majestad. Así como es el Padre, así el Hijo, así el Espíritu Santo. Increado es el Padre, increado el Hijo, increado el Espíritu Santo. Incomprensible es el Padre, incomprensible el Hijo, incomprensible el Espíritu Santo. Eterno es el Padre, eterno el Hijo, eterno el Espíritu Santo. Y, sin embargo, no son tres eternos, sino un solo eterno; como también no son tres incomprensibles, ni tres increados, sino un solo increado y un solo incomprensible. Asimismo, el Padre es Dios, el Hijo es Dios, el Espíritu Santo es Dios. Y sin embargo, no son tres Dioses, sino un solo Dios. Así también, Señor es el Padre, Señor es el Hijo, Señor es el Espíritu Santo. Y sin embargo, no son tres Señores, sino un solo Señor. Porque así como la verdad cristiana nos obliga a reconocer que cada una de las Personas de por sí es Dios y Señor, así la religión Cristiana nos prohíbe decir que hay tres Dioses o tres Señores. El Padre por nadie es hecho, ni creado, ni engendrado. El Hijo es sólo del Padre, no hecho, ni creado, sino engendrado. El Espíritu Santo es del Padre y del Hijo, no hecho, ni creado, ni engendrado, sino procedente. Hay, pues, un Padre, no tres Padres; un Hijo, no tres Hijos; un Espíritu Santo, no tres Espíritus Santos. Y en ésta Trinidad nadie es primero ni postrero, ni nadie mayor ni menor; sino que todas las tres Personas son coeternas juntamente y coiguales.
De manera que en todo, como queda dicho, se ha de adorar la Unidad en Trinidad, y la Trinidad en Unidad. Por tanto, el que quiera salvarse debe pensar así de la Trinidad. Además, es necesario para la salvación eterna que también crea correctamente en la Encarnación de nuestro Señor Jesucristo. Porque la Fe verdadera, que creemos y confesamos, es que nuestro Señor Jesucristo, Hijo de Dios, es Dios y Hombre; Dios, de la Sustancia del Padre, engendrado antes de todos los siglos; y Hombre, de la Sustancia de su Madre, nacido en el mundo; perfecto Dios y perfecto Hombre, subsistente de alma racional y de carne Humana; igual al Padre, según su Divinidad; inferior al Padre, según su Humanidad. Quien, aunque sea Dios y Hombre, sin embargo, no es dos, sino un solo Cristo; uno, no por conversión de la Divinidad en carne, sino por la asunción de la Humanidad en Dios; uno totalmente, no por confusión de Sustancia, sino por unidad de Persona. Pues como el alma racional y la carne es un solo hombre, así Dios y Hombre es un solo Cristo; El que padeció por nuestra salvación, descendió a los infiernos, resucitó al tercer día de entre los muertos. Subió a los cielos, está sentado a la diestra del Padre, Dios Todopoderoso, de donde ha de venir a juzgar a vivos y muertos. A cuya venida todos los hombres resucitarán con sus cuerpos y darán cuenta de sus propias obras. Y los que hubieren obrado bien irán a la vida eterna; y los que hubieren obrado mal, al fuego eterno. Esta es la Fe Universal, y quien no lo crea fielmente no puede salvarse. AMEN
La característica fundamental de este Credo, es la ausencia absoluta de fundamentos apostólicos (no se apoya en ningún texto apostólico). El Sr. Atanasio, elaboró esta doctrina desde la filosofía humana, las huecas sutilezas, conforme a los rudimentos del mundo y no según Cristo.
¡Si alguien entiende este Credo, estoy seguro, que aprenderá chino en cinco días!
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“Jehová es Dios, y no hay otro fuera de él” (Deuteronomio 4:35) y “... uno es Dios, y no hay otro fuera de él” (Marcos 12:32). En base a estos versículos y otros semejantes, no creo en preexistencias, sino el la Omnisciencia y en su derivada de la presciencia de Dios (previo conocimiento); en un Plan perfecto conforme a su voluntad y propósito (Efesios 1:11 y Efesios 3:11), el cual y en la dispensación del cumplimiento de los tiempos (Efesios 1:10), parte de esta voluntad y propósito ya se ha cumplido y el resto también se cumplirá.
Por el contrario, hay otros muchos, que prefieren el concepto de preexistencia al de presciencia. Prefieren ver junto o al lado de Dios, a una pluralidad de personas divinas-coeternas-distintas o en su caso, a una pluralidad de Dioses. Y para ello, efectúan lecturas bíblicas de modo muy particular, falsificaciones y tendenciosas traducciones del Nuevo Testamento en griego (Ejemplo: 1ª Juan 5:20; 1ª Juan 5:7; Mateo 28:19; Juan 1:1; Tito 2:13; 2ª Pedro 2:1; etc., etc., etc.)
¡Y muchos están siguiendo estas disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad está siendo blasfemado!
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¡Si alguien entiende este Credo, estoy seguro, que aprenderá chino en cinco días!
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“Jehová es Dios, y no hay otro fuera de él” (Deuteronomio 4:35) y “... uno es Dios, y no hay otro fuera de él” (Marcos 12:32). En base a estos versículos y otros semejantes, no creo en preexistencias, sino el la Omnisciencia y en su derivada de la presciencia de Dios (previo conocimiento); en un Plan perfecto conforme a su voluntad y propósito (Efesios 1:11 y Efesios 3:11), el cual y en la dispensación del cumplimiento de los tiempos (Efesios 1:10), parte de esta voluntad y propósito ya se ha cumplido y el resto también se cumplirá.
Por el contrario, hay otros muchos, que prefieren el concepto de preexistencia al de presciencia. Prefieren ver junto o al lado de Dios, a una pluralidad de personas divinas-coeternas-distintas o en su caso, a una pluralidad de Dioses. Y para ello, efectúan lecturas bíblicas de modo muy particular, falsificaciones y tendenciosas traducciones del Nuevo Testamento en griego (Ejemplo: 1ª Juan 5:20; 1ª Juan 5:7; Mateo 28:19; Juan 1:1; Tito 2:13; 2ª Pedro 2:1; etc., etc., etc.)
¡Y muchos están siguiendo estas disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad está siendo blasfemado!
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